Lo que pensamos determina nuestra forma de sentir, nuestras emociones, y en consecuencia, nuestro comportamiento.
Entender esto es fundamental para nuestra felicidad. Nuestros pensamientos, nuestras ideas, se pueden cambiar. No es tarea fácil, requiere entrenamiento y constancia, pero el beneficio es deseable!
Las situaciones o personas no son lo que nos hace sentir mal, sino la interpretación que nosotros hacemos acerca de ello.
PIENSA DIFERENTE. CAMBIA TU PUNTO DE VISTA.
Si al salir hacia el trabajo, encuentras la rueda de tu coche pinchada, es muy probable que te enojes y culpes al vecino, pero nuestra reacción puede ser bien diferente si lo que queremos es sentirnos mejor, y no permitir que una circunstancia determine nuestro estado de ánimo. Una situación de ansiedad se genera por aquello que nos decimos a nosotros mismos.
Una reacción adecuada sería pensar por ejemplo en la solución a esa situación: "tendré que cambiar la cubierta".
Si lo que queremos es terminar con un problema emocional, hagamos un análisis de nuestros pensamientos, ideas o creencias.
Veamos un ejemplo de creencia irracional.
Supongamos que vas caminando y ves que un compañero de trabajo se acerca por la otra acera. Haces un gesto para saludarlo pero tu compañero sigue su camino sin responderte. Entonces llegas a la conclusión de que te ha visto pero decidió no saludar. Llegas a pensar que está molesto o enojado contigo... Estas inferencias pueden no ser reales: tal vez tu compañero sólo iba distraído. Las creencias irracionales consisten en la evaluación que hacemos de las inferencias.
¿Podemos sustituir esta creencia irracional por una más apropiada?
Por supuesto que sí!
Te invito a que descubras qué creencias están en la base de tus problemas. Reflexiona y demuéstrate porque no son válidas. Discrimina entre tus creencias irracionales y no constructivas de las racionales y constructivas dándote cuenta cómo estas últimas te llevan a mejores resultados.
Y por último, te invito a cambiarlas!
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